Javier Avilés Viaplana,. Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad?

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Obra: Alejandro Zacarías

Mais, vrai, j’ai trop pleuré ! Les Aubes sont navrantes.
Toute lune est atroce et tout soleil amer :
L’âcre amour m’a gonflé de torpeurs enivrantes.
Ô que ma quille éclate ! Ô que j’aille à la mer !
Arthur Rimbaud, Le bateau ivre

Recuerdo.
Recuerdo la primera vez que vi Blade Runner. Recuerdo que por aquel entonces las películas podían permanecer meses en cartelera. La vi cinco veces en aquel frío, lluvioso y lejano mes de noviembre. Recuerdo que sentí, con una certeza implacable, que aquella era la película de mi vida, que marcaría a toda nuestra generación, que se convertiría en el emblema que finalmente ha devenido
Es posible que para la generación anterior a la mía, que había sufrido una guerra y/o sus consecuencias, Casablanca de Michael Curtiz era la película que los definía. Un drama romántico en los que se defienden una serie de valores, la abnegación, el valor, la renuncia… es decir todas aquellas actitudes que ellos, por sus circunstancias personales, no pudieron mantener. Casablanca defiende, de una manera irónica si se quiere, unos valores. Rick Blaine es un personaje aparentemente ambiguo con unas sólidas convicciones morales.
Pero ¿qué valores morales defiende Blade Runner para convertirse en nuestra película generacional?, ¿qué virtudes amerita Rick Deckard para convertirse en nuestro héroe? (Espero que a nadie se le pase por alto la coincidencia de los dos Rick).
Deckard es reintegrado al servicio para retirar a unos replicantes fugados. Su persecución de los androides es desastrosa: mata a Zhora por la espalda, Rachael dispara a Leon justo cuando éste va a matar a Deckard, sólo la arrogancia atlética de Pris le permite eliminarla, y Roy Batty… en fin, Batty le permite continuar con vida, o más bien con la duda de si su vida le pertenece.
Deckard es un fracaso. La ealidad de Deckard está impostada. El futuro de Deckard es la nada, que contrasta con las bucólicas imágenes de la nave sobrevolando los campos.
Recuerdo que cuando salí del cine aquella primera vez (¿llovía?) repetía una y otra vez una frase, que quizás es el legado generacional que Blade Runner nos dejó. Y no se trata del parlamento de Batty. Es algo que dice el lacónico Gaff y que Deckard recuerda: “Lástima que ella no pueda vivir. Pero, ¿quién vive?” . Era noviembre, no llovía, Pero, ¿quién vive?
Después pasó el tiempo y la película se fue convirtiendo en aquello que presentí la primera vez que la vi. Llegaron nuevas versiones que hacían explícito aquello que supimos al ver la película, no sólo que Deckard era un replicante sino que todos nosotros lo somos. Blade Runner constituye una referencia narrativa y su importancia se multiplica por la influencia que ha tenido en posteriores películas.
La filosofía del siglo xx puso en duda la validez de nuestra inferencia de la Realidad,  Philip K. Dick basó su narrativa en esa idea y, finalmente, Blade Runner la popularizó.
Por eso, en ocasiones, cuando se cita hasta el hartazgo el parlamento de Batty, me llevo las manos a la cabeza y pienso que no se trata de eso, no.
Dicen que originalmente el parlamento final de Roy Batty no aparecía en el guión y que Rutger Hauer lo improvisó, dicen, dejándose llevar por su admiración por Rimbaud. Es posible que la única frase que apareciese en el guión fuese la última, “Time to die”, pues es lo mismo que le dice Leon a Deckart. Es decir, suponiendo que los replicantes tuviesen, según el guión, cierta limitación verbal, (en la novela de Dick no son demasiado avispados, incluso algo ingenuos), o siguiesen ciertos patrones programados de reacción, es posible que el parlamento de Batty no fuese distinto originalmente al de Leon. Podemos compararlos:
Leon: Painful to live in fear, isn’t it? Nothing is worse than having an itch you can never scratch. Wake up! Time to die.
Batty: Quite an experience to live in fear, isn’t it? That’s what it is to be a slave. (parlamento famoso) Time to die.
Es decir, el picor y el rascarse han sido substituidos por astrales registros de inminente caducidad y armagedones de dimensiones pangermánicas. Tiempo de morir. Y mueren.
La diferencia entre ambas muertes es la intensidad poética de la de Batty. Su “I’ve seen things you people wouldn’t believe” está considerado como uno de los mayores alegatos jamás pronunciado (y más repetido, citado y mencionado) de la historia del cine, quizás porque apela a nuestra individualidad y unicidad como personas, a nuestra validez como seres humanos y a nuestra caducidad.
Pero en lo que los dos replicantes insisten es en la experiencia de vivir con miedo. La idea de la muerte inminente e inevitable nos convierte en esclavos desesperados. Y Deckard siente el miedo y solo circunstancias ajenas a él, le salvan en su enfrentamiento a los Nexus 6. Mientras que en la novela de Dick, Deckard “retira” con eficiencia a los “andrillos”, a pesar de que estos son de una serie más avanzada a la de los replicantes que suele “retirar”, en la película Deckart se siente completamente desbordado por los Nexus 6.
El legado generacional no es solo la persistencia del fracaso de Deckard sino también la imposición de una lucha contra fuerzas que nos superan.
Y, sobre todo, nuestra propia consciencia de nosotros mismos y la duda de si somos aquellos que creemos ser.
“¿Sueñan los androides?, se preguntó Rick. Era evidente: por eso de vez en cuando mataban a sus amos y venían a la Tierra. A vivir una vida mejor, sin servidumbre”
Uno de los temas principales de Blade Runner es el implante de recuerdos sintéticos en el cerebro de los androides de forma que estos puedan efectuar su labor, básicamente trabajos indeseables, sin alteraciones psíquicas. La cuestión es que el implante hace que se sientan plenamente humanos, eludiendo su autopercepción como máquinas o símiles humanos funcionales. Pero incluso hace que dudemos de todo aquello que nosotros, humanos, creemos saber sobre nuestras propias experiencias.
Estamos en 2019. Roy Batty es un androide de la serie Nexus 6, “Fecha de creación 2016. Ejemplar de combate. Autoeficacia óptima”. Su caducidad es de cuatro años. No se especifica de dónde se han escapado los “replicantes”, únicamente se menciona que “hubo fuga de las colonias del mundo exterior hace dos semanas. Seis replicantes, tres varones y tres hembras, asesinaron a veintitrés personas y asaltaron una lanzadera”. Ni en la novela ni en la película se especifica nada respecto a las colonias humanas fuera de la Tierra, ni a que distancia se encuentran. Tan solo que los androides (replicantes) son empleados como esclavos en tareas de exploración y colonización de otros planetas. La colonización de Marte es una de las ideas recurrentes en la narrativa de Philip K. Dick. El planeta se presenta como un lugar agreste y deprimente, que se resiste a ser terrificado por unos colonos deprimidos a causa de sus ímprobos esfuerzos lo que los lleva a buscar alivio en sustancias recreativas.
No nos engañemos. A pesar de que la narrativa de Dick contempla todos los tópicos de la ciencia ficción, la verdad es que se limita a trasladar al futuro, a las colonias, a naves espaciales como pecios en el vacío, los problemas humanos de la sociedad de las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado. En ese sentido no ha envejecido muy bien. Por ejemplo, resulta paradójicamente gracioso, leer en la actualidad sobre una sociedad marciana dividida en sectores geopolíticos en la que tiene especial hegemonía la Unión Soviética. Por eso sus novelas más celebradas en la actualidad son aquellas en las que, a pesar de sus equivocadas predicciones políticas para el futuro, se cuestiona la Realidad, y cómo la Percepción de la Realidad, sea real o no, constituyen una Nueva Realidad indistinguible de cualquier otra Realidad. La narrativa de Dick es la narrativa del solipsismo.
Pero esta Realidad en la que viven los personajes de Dick no es un entorno sólido y consistente. Hay otro detalle significativo que aparece recurrentemente en sus textos, la degradación de esa Realidad subjetiva:
Kippel son los objetos inútiles, las cartas de propaganda, las cajas de cerillas después de que se ha gastado la última, el envoltorio del periódico del día anterior. Cuando no hay gente, el kippel se reproduce. Por ejemplo, si se va usted a la cama y deja un poco de kippel en la casa, cuando se despierta a la mañana siguiente hay dos veces más. Cada vez hay más. (…) Es un principio básico: todo el universo avanza hacia una fase final de absoluta kippelización.
El kippel en Dick viene a ser la manifestación física y palpable de la entropía. En Blade Runner esa idea de constante deterioro y acumulación fue sustituida por una persistente lluvia. Casual o premeditadamente, Batty se refiere a la lluvia en sus últimas palabras. La lluvia, que simboliza la muerte en las películas japonesas, deviene así en el símbolo de la homogeneización de los procesos físicos en cuanto popularmente se asocia entropía de un sistema a la irreversibilidad del “desorden”. La muerte energética del Universo supondría el estado de máxima kippelización. No hay lugar para la vida en un Universo absolutamente repleto de kippel. De ahí la lluvia.
Pero me da la impresión de que estas elucubraciones van mucho más allá del sentido que en su momento quisieron darle al parlamento de Batty. La belleza de sus palabras, la intensidad dramática que transmitían, la idoneidad de todo ello como momento culminante, de alguna manera hicieron que tanto los realizadores de la película como los espectadores olvidásemos detalles importantes e incongruentes.
Roy Batty tiene tres años cuando pronuncia sus célebres y herméticas frases. Recordemos, Nexus 6, ejemplar de combate, autoeficacia óptima. Ha visto cosas que no creeríamos. ¿Seguro? ¿Las ha visto? ¿Los rayos C brillando en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser son un recuerdo de sus experiencias personales como androide (replicante) o un recuerdo implantado para conseguir mayor eficiencia en combate? Cuando habla de haber estado “más allá de Orión” no puede referirse a la constelación ya que no es un lugar físico sino una proyección que solo tiene sentido desde nuestra perspectiva terrestre, ya que se trata de un grupo arbitrario de estrellas a distinta distancia de la Tierra. Batty debe referirse entonces a la Nebulosa de Orión. Pero la Nebulosa se encuentra a más de 1200 años luz de la Tierra. ¿Debemos inferir entonces que existe una forma de transporte hiperespacial para que Roy Batty, además de participar en batallas estelares en la Puerta de Tannhäusser, pueda haber estado en un periodo de menos de tres años “más allá de Orión” y haber vuelto? ¿O quizás lo que nos está diciendo el parlamento de Batty, ya no sé si casualmente o de forma premeditada, aunque me decanto por lo primero, es que nada de lo que Batty cree haber visto lo ha visto en realidad, qué todos esos momentos no son más que recuerdos implantados? Y a lo que nos conduce este razonamiento es a que nada se perderá como lágrimas en la lluvia ya que todos esos momentos están archivados en el banco de memorias de la Tyrell Corporation. Recuerdos con Copyright.
Batty se equivoca. Deckart se equivoca. Hauer se equivocó. Ridley Scott y todo su equipo se equivocó. Y lo que es más importante, todos los espectadores nos equivocamos.
Al asumir el parlamento de Batty como referido a sucesos acaecidos, cometemos el error de dar veracidad a unos hechos en una película en la que se relativiza la importancia de la personalidad, la individualidad y la humanidad de sus personajes, en la que los recuerdos y la memoria son cuestionables. La tesis final nos lleva a revalorizar todos esos valores, sean adquiridos por nuestra propia existencia humana o implantados. De hecho, nos dicen, no hay diferencia entre una vida orgánica común y una artificial que la imite.
Personalmente creo que la diferencia sí que es relevante, aunque en definitiva todos vivimos como esclavos sintiendo miedo. Y eso me lleva a una conclusión delirante: Puesto que todos, seamos sin poder distinguirlo humanos o replicantes, somos esclavos, debemos tener un Amo al que servimos sin saberlo.
Obviamente no hay más Amo que la Tyrell Corporation. Y ese es otro de los legados generacionales que nos deja Blade Runner.
Podemos pensar que Blade Runner no ha sido filmada jamás. Que es un recuerdo implantado.
La próxima vez que alguien cite las palabras de Roy Batty antes de morir piense en esto: Usted NO ha visto Blade Runner, sólo recuerda haberla visto.
Recuerdo haber visto por primera vez Blade Runner una lluviosa tarde de noviembre.
Todos debemos morir. Pero, ¿quién vive?
AUTORES
(Barcelona, 1962) publicó la novela Constatación brutal del presente (2011) y edita desde el 2004 El lamento de Portnoy, un blog de referencia en el que escribe sobre cine y literatura desde los límites a menudo difusos entre la realidad y la ficción, y por el que obtuvo el premio Revista de Letras al Mejor Blog Nacional de Crítica. Colabora en diversas revistas digitales, como Hermano Cerdo, y en la revista literaria Quimera.

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